miércoles, 30 de octubre de 2013

Continuación de: "La ley de la calle".

  Tras un rato mirando la mar me levanté, sacudí la arena de mi pantalón y me fui a casa. Aún pensaba en Steve. Por el camino, unos tipos.

  -¡Rusty James! ¡Cuanto tiempo!... -Me dijo agarrado a mi hombro como si me conociera.
  - ¿Nos conocemos?-Le dije.
  Al cabo de unos segundos, me di cuenta de que era Biff. Parece que no tenía suficiente con que le dejara en ridículo en el pasado.
  -Y tanto que nos conocemos... ¿conoces a mis amiguitos? -Me contestó con un aire de superioridad.-
  -Este es James y esos dos gemelos de ahí, Sthepen y Curry.
  - Interesante.-Dije con una sonrisa en la cara. 
   Se quedó callado unos instantes, pero como tenía hambre y no me daba muy buena sensación que me pararan cuatro tíos (no precisamente para hablar), le encajé un fuerte y rápido puñetazo en la barbilla a Biff. 
  -¡Tío!, ¡¿pero qué haces?!-Dijeron sus colegas un poco retirados de mí.
  -¿Algún problema?
  -No...-Me contestaron amedrentados.
  -Bien, pues me voy a cenar. ¡Decidle a Biff adiós de mi parte cuando se despierte!.-Exclamé en plan triunfador.

  No me gustó nada encontrarme con Biff, volvió a abrir brechas en mi mente que conducían a mi pasado y, lo peor, seguía teniendo mucha hambre. Debí aceptar la invitación de Steve para ir a comer.

  -¡Ja ja!-Solté una carcajada en medio de la calle, ¡que tonto fui! 
  Supongo que aún falta mucho para que pueda olvidar mi pasado. "Tiempo al tiempo", pensé.

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