viernes, 17 de enero de 2014

HISTORIA DE UNA ESCALERA.

CARMINA, HIJA: ¡Fernando! ¡Estás loco! Eso es imposible, nuestra familia no lo permitirá. Nuestra relación está abocada al fracaso y sólo nos vamos a hacer daño. Créeme, aunque suene todo muy bonito, lo mejor es que no lo intentemos, porque ya sabemos que no va a salir bien. Lo único que vamos a hacernos es daño. Por favor, Fernando, no insistas... (Mirando a Fernando, a Carmina se le saltan las lágrimas).


FERNANDO, HIJO: ¡Carmina, si no lo intentamos nunca sabremos si lo podemos conseguir! Nuestro amor puede con todo, ¡juntos lo conseguiremos!


CARMINA, HIJA: Fernando... Lo que no puede ser no puede ser. Dejémoslo...


FERNANDO, HIJO: Pero Carmina... (Carmina no le deja terminar la frase y se marcha, escalera arriba, lo más rápido posible y deja a Fernando con la palabra en la boca. Él se posa sobre la barandilla de la escalera, mientras se saca una cajetilla de tabaco y se dispone a fumar un cigarrillo. Fernando, su padre, aparece por el portal...)


FERNANDO: ¡Hijo! ¿Qué te ocurre? 


FERNANDO, HIJO: Padre, olvídame. 


FERNANDO: Está bien, hijo, sube a casa. (Sin rechistar, Fernando sube con su padre. Antes de entrar, aparece Carmina. Ella sale de su casa y se dirige a los brazos de Fernando)


FERNANDO, HIJO: ¿Qué te pasa, Carmina?


CARMINA HIJA: ¡Vámonos de aquí! ¡Mi madre me odia por quererte! 


FERNANDO, HIJO: ¡Nuestra familia no nos acepta! (Agarra de la mano a Carmina, los dos bajan las escaleras lo más rápido posible y se dirigen hacia la calle)


CARMINA, HIJA: ¡Fernando, te quiero!


FERNANDO, HIJO: ¡Y yo, Carmina!


(Desaparecen del portal, juntos de la mano...) 





No hay comentarios:

Publicar un comentario