Tras notar la pérdida de Miles, a la institutriz se le vino el mundo abajo. No sabía qué hacer, qué pensar, a quién contárselo... Solo tenía una cosa en mente: la vuelta de la señora Grose y la pequeña Flora. Automáticamente, ordenó mandar una carta con dirección a Londres, en la que explicaba todo lo sucedido desde su ida de Bly y suplicando su retorno.
Pasaron varias meses, y Flora y la señorita Grose regresaron a la mansión. Nada se sabía de Jessel durante la ausencia de la niña, hasta que dos días después de su vuelta, reapareció junto al señor Quint, supuestamente desaparecido.
Una vez más, la institutriz tenía que salvar a la niña de manos de los fantasmas, aunque con la pena de la defunción de Miles se le haría bastante difícil. Esta vez, estaría mucho más pendiente de ella.
Ambos fantasmas solo tenían un objetivo, llevarse consigo el alma de la niña. Ya que Miles no estaba, eso les facilitaría la tarea, y así lo hicieron. No tardaron apenas un mes en conseguirlo. Con Flora poseída y la institutriz sin saberlo, la mansión y todos los que estaban dentro corrían un grave peligro.
Una noche, con la institutriz dormida y Flora armada, llegó la hora de la muerte de la institutriz.
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