domingo, 19 de enero de 2014

Continuación de "El último crimen de Pompeya".


   De camino a un  lugar lejano, lo más apartado posible de Pompeya, el Vesubio, la Señora Margarita y todo lo que tuviera que ver con mi pasado y con el de mi amada Popea, una enorme montaña se vino abajo sobre nuestras cabezas dejándonos muy cercanos a la muerte.

-¿Te encuentras bien, Popea?  -le dije muy preocupado.
-No mucho, la verdad.  -me respondió con una ligera sonrisa.


   No llegué a entender el porqué de aquella mueca en su gesto, aunque tampoco se lo quise preguntar puesto que no era lo más importante. La subí a mis espaldas y pusimos rumbo a Pompeya.
-Resulta irónico, ¿verdad?.
-¿El qué?  -dije un poco desconcertado.
-Que volvamos a Pompeya. Tan decididos como íbamos para olvidar ese lugar y míranos ahora.

No contesté, me quedé pensativo. ¿Sería esta la verdadera venganza de Jehová?

    Pasaron 21 días hasta que Popea volvió a la vida.

-¿Dónde estoy?  -preguntó aún sin estar completamente en sí.
-En casa, cariño. Los médicos necesitaban plazas libres y no estaba seguro  si sobrevivirías, así que te traje a casa (en realidad era la pensión de la Señora Margarita).

    Popea se quedó callada mirando mi rostro fríamente. Al ver que no respondía le silbé. Popea estaba muerta y a la vez viva en mi interior.

    No quise seguir mi carrera como arqueólogo. Estaba seguro de que fisgonear en el pasado de la historia me haría recordar mi propio pasado. Y ahí me quedé, en el Albergo Margarita, esperando la llamada del Vesubio o la de Jehová. ¿Quién acabaría conmigo antes?


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