domingo, 26 de enero de 2014

CONTINUACIÓN "BODAS DE SANGRE".

TERCER ACTO.

ACTO TERCERO. 

     La madre del novio y la vecina están en el salón después de la venida de la novia.


MADRE: ¡Cuánto es mi sufrimiento y mi castigo! ¿Por qué, Dios, por qué tú me castigas con esto? ¿Acaso he hecho yo algún mal para merecerlo?

VECINA: No te aflijas, mujer. Tú no tienes culpa de nada, todo es cuestión del destino y el destino se escribe solo.

MADRE: ¿Y ahora cómo vivo yo, cómo lo hago? ¡Si ni me quedan fuerzas ni ganas para hacerlo! . Me voy, me voy a verlos a ellos, a los que se han llevado de mi lado esos malditos. ¡Malditos! que es lo que son. (Saliendo de la casa hacia donde se encuentran enterrados)

VECINA: No vayas sola, yo te acompaño. (Sale esta tras ella)

MADRE: (Ya allí). ¡Ay, señor, por qué! Es tanto lo que me has hecho sufrir que ya no puedo seguir con esta vida. (Saca un puñal).

VECINA: ¡No, no lo hagas! ¿Vas a dejar que estos también te maten a ti?

MADRE: (Clavándose el puñal) ¡Solo quiero reunirme con ellos! 

  NO PIDAS SARDINA FUERA DE TEMPORADA. 


          Después de resolver el caso sobre el Pantasma y Elías Gual, Flanagan siguió dedicándose a resolver casos de alumnos por encargo pero esta vez no desde su viejo despacho lleno de cajas de cerveza, sino desde el cobertizo que le cedió Elías al ayudarle. Pasaban los días pero Flanagan no podía   dejar de pensar en Clara y la última vez que se vieron. Estaba impaciente, necesitaba verla. Un día Flanagan decidió dejar su despacho en manos de su ayudante María, la hermana de Elías, e ir a visitar a Clara al pueblo de su madre.

            Cogió sus cosas y algo de dinero y se marchó a buscarla, sin antes consultarlo con sus padres. Pensaba que era lo suficientemente independiente como para no tener que decirles nada. Sabía que debía volver antes de la hora de la cena, o se metería en problemas.

             Ese día se levantó muy temprano y cogió la primera línea de autobuses que pasó  por el pueblo de Clara. Antes de marcharse, su madre le preguntó que dónde  iba tan temprano un sábado, y él le respondió que había quedado con María para resolver un caso que tenían entre manos. 

              

Continuación del libro, Otra vuelta de tuerca.

          Tras notar la pérdida de Miles, a la institutriz se le vino el mundo abajo. No sabía qué hacer, qué pensar, a quién contárselo... Solo tenía una cosa en mente: la vuelta de la señora Grose y la pequeña Flora. Automáticamente, ordenó mandar una carta con dirección a Londres, en la que explicaba todo lo sucedido desde su ida de Bly y suplicando su retorno.

 Pasaron varias meses, y Flora y la señorita Grose regresaron a la mansión. Nada se sabía de Jessel durante la ausencia de la niña, hasta que dos días después de su vuelta, reapareció junto al señor Quint, supuestamente desaparecido.

 Una vez más, la institutriz tenía que salvar a la niña de manos de los fantasmas, aunque con la pena de la defunción de Miles se le haría bastante difícil. Esta vez, estaría mucho más pendiente de ella.

 Ambos fantasmas solo tenían un objetivo, llevarse consigo el alma de la niña. Ya que Miles no estaba, eso les facilitaría la tarea, y así lo hicieron. No tardaron apenas un mes en conseguirlo. Con Flora poseída y la institutriz sin saberlo, la mansión y todos los que estaban dentro corrían un grave peligro.

 Una noche, con la institutriz dormida y Flora armada, llegó la hora de la muerte de la institutriz.

lunes, 20 de enero de 2014

 Continuación de "Yerma".

(Juan esta en el suelo agonizando mientras Yerma mira asustada)

Yerma
¡Oh no! Yo no quería... ¡Pero que ha de hacer ahora! 
Debo de acusar a alguien, no puedo acabar en un miserable calabozo. 

Juan

Maldita... yo  que te dí todo... y hasta mis últimos minutos de vida me estás deshonrando.

Yerma (Llora)

Tu Juan... tu no me diste lo que yo más quería,yo tan solo quería que tuviéramos niños y fuésemos felices, ¿Tan difícil era eso para ti? Tienes todo el día metido en la cabeza tu trabajo, para ti solo existe tu trabajo, es más, últimamente llegabas a casa hasta tres o cuatro horas mas tarde de lo habitual...

Juan 

No sabes nada , Yerma... huye antes de que lleguen vecinos.

Yerma 

¿Como que no se nada Juan? ¿Juan? ¿Contéstame  Juan?

(Juan guarda silencio y no contesta)

Juan

No me queda mucho tiempo de vida...

Yerma

Habla por favor Juan.

Juan 

Sabes porqué llegaba hasta tres y cuatro horas más tarde a casa, ¿No, verdad? Pues era porque me quedaba con mi navaja tallando una gran cuna para nuestro bebé que te pensaba dar en un futuro cercano, muy cercano. Te guardaba esta sorpresa para esta noche pero... 

(Juan no puede más y muere inmediatamente)

Yerma (Rompe a llorar de nuevo)

Pero si tu decías que no querías niños... No me dejes sola Juan, no me dejes sola... ¡Yo tengo y tenia la culpa de todo! ¡Yo! Estaba tan ciega que... 
¡Te quiero  Juan! Nuestras almas seguirán unidas... 

(Acto seguido Yerma agarra un machete y se lo clava en el pecho)

FIN.

























Continuación El Príncipe de la Niebla

   La responsabilidad de tener el faro a su cargo le hizo darse cuenta de que cada día tendría presente tanto a Roland, como a aquel accidente que marcó su vida y la de Alicia para siempre.

   Aquella noche fue extraña. Después de tanto tiempo, por fin todos estaban en casa. Irina estaba bastante mejor, sus padres tranquilos, el inquietante gato no volvió a aparecer por allí... La que peor estaba era Alicia. La tristeza y el miedo se notaba en su habla, en su mirada, en sus gestos; incluso le pidió a 
su hermano que si podía dormir con el, pues la idea de dormir sola en aquella casa,  le ponía los pelos de punta. A Max le pareció buena idea, así que terminaron mudando la cama de la chica a su habitación. Antes de acostarse, cogieron las bicicletas, y tomaron rumbo al faro, tenían que cumplir con la promesa que le hicieron al anciano.

   Durmieron mejor de lo que esperaban. A pesar de que la idea de haber perdido a aquel gran amigo resultaba inimaginable para los dos, la tranquilidad de que el Dr. Caín se salió  con la suya sin necesidad de tener que volver, les quitó un enorme peso de encima.

   A la mañana siguiente, Max decidió dar un paseo a los alrededores de la casa, incluyendo el jardín de estatuas. Se levantó temprano, se vistió, comió algo, y salió de casa. El jardín no estaba. Las estatuas desaparecieron sin dejar rastro alguno, hasta los hierbajos que las rodeaban permanecieron intactos. Fue como si allí no hubiese habido nada nunca, como si no hubiese pasado nada.

   Tras llevarse esa sorpresa, se dirigió al mar. Metió su cuerpo poco a poco en el agua, con intención de visitar por última vez el Orpheus, pero tampoco estaba. Todo lo relacionado con el Dr. Caín desapareció, incluso la tumba de Jacob. Lo único que quedó de él fue el recuerdo de aquel verano.
   

domingo, 19 de enero de 2014

Continuación de "El último crimen de Pompeya".


   De camino a un  lugar lejano, lo más apartado posible de Pompeya, el Vesubio, la Señora Margarita y todo lo que tuviera que ver con mi pasado y con el de mi amada Popea, una enorme montaña se vino abajo sobre nuestras cabezas dejándonos muy cercanos a la muerte.

-¿Te encuentras bien, Popea?  -le dije muy preocupado.
-No mucho, la verdad.  -me respondió con una ligera sonrisa.


   No llegué a entender el porqué de aquella mueca en su gesto, aunque tampoco se lo quise preguntar puesto que no era lo más importante. La subí a mis espaldas y pusimos rumbo a Pompeya.
-Resulta irónico, ¿verdad?.
-¿El qué?  -dije un poco desconcertado.
-Que volvamos a Pompeya. Tan decididos como íbamos para olvidar ese lugar y míranos ahora.

No contesté, me quedé pensativo. ¿Sería esta la verdadera venganza de Jehová?

    Pasaron 21 días hasta que Popea volvió a la vida.

-¿Dónde estoy?  -preguntó aún sin estar completamente en sí.
-En casa, cariño. Los médicos necesitaban plazas libres y no estaba seguro  si sobrevivirías, así que te traje a casa (en realidad era la pensión de la Señora Margarita).

    Popea se quedó callada mirando mi rostro fríamente. Al ver que no respondía le silbé. Popea estaba muerta y a la vez viva en mi interior.

    No quise seguir mi carrera como arqueólogo. Estaba seguro de que fisgonear en el pasado de la historia me haría recordar mi propio pasado. Y ahí me quedé, en el Albergo Margarita, esperando la llamada del Vesubio o la de Jehová. ¿Quién acabaría conmigo antes?


Continuación de Bodas de Sangre.

ACTO TERCERO.
Cuadro último.

 Se encuentran la madre y la vecina dentro de la casa y la novia en la puerta de ésta.

NOVIA: Yo he sido culpable de todo. Tu hijo no me merecía. No soy digna de seguir viviendo.
MADRE: Mereces seguir viviendo con toda la culpabilidad del mundo. No mereces el perdón de nadie.
VECINA: Es mejor que dejemos esto de una vez.
NOVIA: (Llorando) ¡No!
MADRE: Calla y vete donde no pueda verte.
(La novia empuja a la madre y a la vecina dejándolas caer al suelo. Se dirige a la cocina y coge una navaja.)
NOVIA: Soy demasiado cobarde para vivir así. (Dicho esto clava la navaja en su corazón.)
MADRE: (Se levanta del suelo, saca la navaja clavada en el pecho de la novia y mira a la vecina.) Yo también merezco reunirme con los míos. ( Se clava la navaja. en el pecho.)
VECINA: (De rodillas y llorando.) Dios os perdone a las dos.